Presidente PopulistaCIUDAD DE MÉXICO (AP) — Cada día a las 7 de la mañana, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se sube al estrado en el Palacio Nacional, vestido con un elegante traje y corbata, y se dirige a una sala de adormilados periodistas y personalidades de redes sociales. “¡Buenos días, ánimo!”, dice el líder, de 70 años, con voz grave.
Y arranca el espectáculo.
Durante sus casi seis años de mandato, las conferencias de prensa matinales de López Obrador, conocidas como “las mañaneras”, le ha proporcionado una poderosa herramienta: una línea directa con su base política, emitida en vivo por los televisoras gubernamentales y locales, y por internet. Sin pausas para ir al baño o beber agua, el presidente habla desde su estrado a veces durante más de tres horas, a menudo con largas reflexiones o diatribas incoherentes, todo con un lenguaje sencillo que cualquiera que lo sintonice puede entender.
Antes de que deje la presidencia el lunes, las sesiones informativas diarias — amadas por muchos simpatizantes y criticadas por sus rivales por estar llenas de falsedades y ataques personales — se han convertido en un emblema de su particular populismo campechano, que lo ha convertido en una de las fuerzas políticas con más poder de las últimas décadas en México. Es un modelo que su sucesora y protegida, la presidenta electa Claudia Sheinbaum, difícilmente podrá emular.
“La discusión nacional ha girado alrededor de él”, dijo Daniela Lemus, profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México que investiga comunicación política y ha escrito sobre las conferencias de prensa. “Él es el protagonista de la mañanera… Y lo que hace es que se convierte en el contenido principal de los medios en la mañana y en la tarde”.
Cuando López Obrador ganó la presidencia por una abrumadora mayoría en 2018, se presentó como un luchador en favor de los pobres, de los mexicanos de clase obrera y del rural que habían sido olvidados durante muchos años por la élite política. Empezó a ofrecer sus conferencias poco después de asumir el cargo en diciembre, y ha seguido haciéndolo todos los días laborables casi sin excepciones.
Son populares entre su base: una pareja de ancianos en la Ciudad de México, por ejemplo, las sintonizan religiosamente un pequeño televisor encajado entre bolsas de semillas y frutos secos en su puesto en un mercado de alimentación. En otra zona, un vendedor de revistas la graba para verla por la noche después del trabajo. Otro seguidor de AMLO, como se le conoce popularmente, la sigue por redes sociales mientras busca trabajo.
“Las mañaneras nos abrieron los ojos. Nos muestran todo lo que ha hecho el sr. López Obrador”, señaló Jesús Hernández Alarcón, un vendedor de elotes asados de 79 años. “Hemos entendido muchas cosas, y entender bien, porque los medios de comunicación (son) puras mentiras, muchos nos han engañado. Ahora que tenemos las mañaneras, todo ha cambiado para mí”.
López Obrador suele aprovechar ese espacio para ofrecer actualizaciones sobre proyectos clave o responder a las preguntas de una serie de reporteros y personas influyentes en las redes sociales afines al gobierno, algunos de los cuales han construido una plataforma en base a su participación en las ruedas de prensa, como Carlos Pozos Soto, un excéntrico defensor de AMLO, con una característica pajarita, más conocido como Lord Molécula.
Con el paso del tiempo, las comparecencias han mutado en algo similar a un programa televisivo matinal, en el López Obrador invita a mariachis por el Día de la Madre, ofrece largas lecciones de historia mexicana y presenta secciones recurrentes como “Quién es quién en las mentiras de la semana”, en la que funcionarios gubernamentales atacan a medios críticos.
“Esta es una labor pedagógica, para estar concienciado para que (los medios tradicionales) no manipulen”, dijo López Obrador una mañana de agosto. “Se informa más a la gente y se tienen muchas ventajas, por ejemplo, el que se puedan tratar todos los temas, que no haya censura”.
La disposición de López Obrador a enfrentarse públicamente a reporteros ha tenido aún más impacto porque su predecesor, Enrique Peña Nieto, casi nunca aceptó preguntas en sus seis años en el poder.
Pero aunque el presidente dice que las conferencias son un bastión de transparencia en una nación plagada por la corrupción, los críticos sostienen que las utiliza para hablar mal de opositores y reporteros, difundir información falsa y controlar de forma rígida la narrativa política.
A menudo, en lugar de responder una pregunta de forma directa, la utiliza para hablar de alguno de sus temas preferidos. Suele eludir sistemáticamente las referidas a la violencia obra de los cárteles de la droga, o se centra en atacar a sus rivales por haber iniciado la guerra contra el narcotráfico.
López Obrador ha atacado a jueces, criticado a oponentes en campañas electorales y cargado contra periodistas locales y extranjeros.
En febrero, luego de que un reportero del New York Times le pidiera un comentario para un artículo de investigación sobre los lazos entre su gobierno y los cárteles, el presidente hizo público su número de celular durante la comparecencia matinal.
Y el mes pasado, cuando una periodista independiente mexicana dijo que había acosada por una turba de seguidores y obligada a abandonar un evento que estaba cubriendo, López Obrador respondió con una mezcla de desprecio y desinterés.
“Yo estoy en riesgo por esta razón, ahora cualquiera me ataca en la calle”, dijo Reyna Ramírez al mandatario. “Usted polarizó a la sociedad ¿Qué puede usted hacer ahora?”
“¿No te parece que ya?”, le respondió.
Los defensores de la libertad de prensa han expresado su preocupación por su hostilidad hacia los medios críticos en el lugar más peligroso del mundo para los reporteros, a excepción de los países en guerra. Al menos 138 periodistas han sido asesinados en México en los últimos 20 años, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés), y muchos más han desaparecido o han sido amenazados, agredidos, torturados u obligados a huir de sus casas.
El discurso del presidente creó “una narrativa de nosotros contra ellos, de que los periodistas son los enemigos de este proyecto políticos, los opositores del pueblo... reduciendo la urgencia de proteger la libertad de prensa”, indicó Jan-Albert Hootsen, representante del CPJ en México.
Por otra parte, un reporte elaborado en 2021 por la consultora política SPIN determinó que López Obrador vertió más de 56.000 afirmaciones falsas o engañosas en sus mañaneras en un periodo de dos años y medio. Entre ellas, la afirmación de que los cárteles “respetan a los ciudadanos” y solo se enfrentan entre ellos.
“El hecho que el presidente salga a un escenario y hable de algo no significa que esté siendo sincero”, apuntó Hootsen. “Si miente todo el tiempo y no hay consecuencias, entonces no estamos hablando de transparencia”.
En la era de las redes sociales, videos y audios de las mañaneras suelen hacerse virales en internet, ampliado aún más la audiencia del mandatario.
“No es lo que ocurre en su conferencia de prensa matinal en sí, sino lo que ocurre después”, dijo Kevin Zapata, profesor de política social y pública en la Universidad de Nottingham que ha estudiado las comparecencias. “Un clip de 30 segundos puede ser más poderoso que dos horas en la televisión”.
Para quienes no tengan mucho tiempo para investigar las afirmaciones de López Obrador y desconfíen profundamente de los medios mexicanos, la narrativa gubernamental es la que acaba imponiéndose.
Preguntados por la información falsa y los ataques a reporteros, sus seguidores suelen repetir las líneas de ataque del presidente, afirmando, por ejemplo, que esas críticas proceden de una oposición corrupta y que AMLO está defendiendo la soberanía mexicana.
La popularidad de López Obrador impulsó a su partido, Morena, a importantes victorias en las elecciones de junio. La formación contará con una mayoría más amplia en el Congreso cuando Sheinbaum asuma la presidencia, y los legisladores aprobaron recientemente una reforma constitucional que, según críticos y observadores, que podría llenar los tribunales de jueces afines al partido.
Sheinbaum dijo que quiere continuar con las conferencias de prensa matinales. Pero la mayoría de los mexicanos están de acuerdo en que carece del carisma natural que ha permitido que sean tan efectivas para su predecesor.
“Es algo que ha funcionado para AMLO porque es una figura muy singular y muy carismática. Pero ahora la democracia en México se está convirtiendo en un concurso de popularidad”, apuntó Zapata. “Muchos tratarán de emularlo, esto es seguro. Pero no todos podrán”.
(AP Foto/Marco Ugarte, archivo)
By  MEGAN JANETSKY

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