RÍO DE JANEIRO (AP) — Cuando el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, inaugure el martes la Asamblea General de Naciones Unidas, se espera que pida al mundo que haga más para combatir el cambio climático. Está por ver si abordará los incendios que arrasan la selva tropical en su país y las críticas a la gestión medioambiental de su propio gobierno.
El mes pasado, la Amazonía brasileña registró 38.000 incendios, el peor dato en un mes de agosto desde 2010, según los datos del instituto espacial del país. Septiembre va camino de repetir ese sombrío récord. El humo asfixia a los residentes en muchas ciudades, incluyendo en la metrópolis de Sao Paulo, a miles de kilómetros (millas) de distancia.
Lula ha atribuido estos incendios a delincuentes y ha propuesto castigos más severos para los infractores medioambientales. Pero su aplicación se ha visto obstaculizada por una huelga de seis meses en el regulador medioambiental, Ibama, que finalizó en agosto, tres meses después de que su gobierno fuera consciente de que el riesgo de incendios había aumentado significativamente en medio de una sequía histórica.
Al mismo tiempo, los miembros de su gobierno han presentado opiniones contradictorias en política medioambiental y energética. Y la retórica de Lula sobre la explotación de las reservas de crudo cerca de la desembocadura del Amazonas ha preocupado a los ambientalistas que quieren que Brasil lidere una transición global hacia las energías renovables. Este mes, prometió pavimentar una carrera en la Amazonía que, según los expertos, impulsará la deforestación.
En su anterior etapa como presidente, entre 2003 y 2010, habló repetidamente sobre cambio climático, mostrando a Brasil como un faro de conservación para el futuro y culpando a los países ricos de contaminar el planeta sin ayudar a las naciones en desarrollo a mantener sus bosques. Y después de asumir el cargo en 2023 tras comprometerse a proteger el medio ambiente, su gobierno logró reducir la deforestación en la Amazonía en un 22% en su primer año.
Pero ahora, sus llamados acerca de la necesidad de una acción medioambiental colectiva podrían escucharse de forma distinta, según el consultor político brasileño Thomas Traumann.
“Lula siempre ha acudido a las reuniones internacionales con mucho que decir, y muchos lo han calificado como el abanderado del medio ambiente. Esta vez no será así", apuntó Traumann. “No podemos decir que su gobierno sea el culpable de todos estos incendios. Hay mucho apoyo a nivel local. Pero parte de esto nunca habría ocurrido si la huelga del Ibama no hubiese durado tanto”.
Lula anunció el viernes que quien sea descubierto prendiendo fuego en los bosques pagará multas de hasta 1.800 dólares por hectárea. Además, anunció un gasto adicional de hasta 500 millones de reales (90 millones de dólares) para combatir los incendios en todo el país.
El mandatario no cambió su tono de los últimos años cuando el domingo intervino en una cumbre previa a la Asamblea General en Nueva York.
“Volver atrás en nuestros compromisos es poner en peligro todo lo que hemos construido de forma ardua”, dijo. “Los objetivos de desarrollo sostenible fueron la mayor empresa diplomática de los últimos años y van camino de convertirse en nuestro mayor fracaso colectivo”.
Un día después, el ministro de Energía, Alexandre Silveira, dijo en una conferencia sobre petróleo en Río de Janeiro que tiene la “convicción absoluta” de que Brasil explotará las reservas de petróleo próximas al Amazonas.
La ambientalista Tica Minami apuntó durante una protesta en el exterior de ese acto que el gobierno de Lula “ha enviado señales contradictorias en sus políticas”.
“No solo es el ejecutivo. El gobierno de Brasil en su conjunto necesita priorizar la protección”, añadió. “Nuestro gobierno tiene que ser valiente y hacer lo necesario por el medio ambiente y la población. Pero las empresas también tienen mucha responsabilidad, son las que se benefician de la destrucción del medio ambiente”.
(AP Foto/Frank Franklin II)
By MAURICIO SAVARESE and DIARLEI RODRIGUES