CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El papa Francisco autorizó gastar hasta 1 millón de euros para conseguir la libertad de una monja colombiana que fue secuestrada por extremistas vinculados con Al Qaeda en Mali, testificó un cardenal el jueves, revelando una aprobación papal previamente secreta para contratar a una firma británica de seguridad con el fin de localizar a la monja y asegurar su liberación.
El sorpresivo testimonio del cardenal Angelo Becciu pudiera representar implicaciones graves de seguridad para el Vaticano y la Iglesia católica, ya que presentó evidencia de que aparentemente el pontífice estaba dispuesto a pagar un rescate a extremistas islámicos por la libertad de la monja, que a la larga fue liberada el año pasado.
Los pagos por un rescate rara vez se confirman, precisamente para desalentar secuestros futuros, y no se sabe cuánto dinero del Vaticano, si es que alguno, fue a parar a manos de los extremistas. Los fiscales han acusado a una codemandada de Becciu de malversar más o menos la mitad de esa cantidad en artículos de lujo para su uso personal.
Becciu llegó a ser uno de los principales asesores de Francisco como el número 2 en la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Se había abstenido de declarar ante el tribunal del Vaticano durante casi dos años por razones de secreto de Estado y pontificio, pero el jueves habló en su propia defensa luego que el papa lo liberó del requerimiento de confidencialidad, proporcionando el testimonio más anticipado hasta la fecha en el juicio que ya lleva un año.
Becciu es una de 10 personas acusadas en el juicio por un amplio fraude financiero en el Vaticano, que se deriva de una inversión de la Santa Sede por 350 millones de euros en una propiedad en Londres y se expandió para encubrir otros supuestos delitos. Los fiscales han acusado a los demandados de una serie de delitos por presuntamente defraudar a la Santa Sede por millones de dólares en honorarios, comisiones y malas inversiones.
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LEÓPOLIS, Ucrania (AP) — Los combatientes ucranianos que luchan contra las fuerzas rusas en los túneles bajo la enorme planta siderúrgica de Mariúpol se negaban a rendirse ante los incesantes ataques. La esposa de un comandante afirmó que han prometido “resistir hasta el final”.
La batalla por el último reducto de la resistencia ucraniana en la estratégica ciudad portuaria, reducida a escombros tras el incansable asedio ruso, parecía cada vez más desesperada ante las crecientes especulaciones de que el presidente Vladimir Putin quiere presentar al pueblo ruso un éxito en combate, o anunciar una escalada en la guerra, coincidiendo con el Día de la Victoria el lunes.
“No se rendirán”, afirmó Kateryna Prokopenko el jueves tras hablar por teléfono con su esposo, uno de los líderes de los defensores del complejo metalúrgico. “Solo esperan un milagro”.
Según Prokopenko, su esposo, el comandante del Regimiento Azov, Denys Prokopenko, le dijo que la amará por siempre. “Me estoy volviendo loca con esto. Parecían palabras de despedida”, añadió.
El Estado Mayor ucraniano afirmó el viernes que “el bloqueo de las unidades de las fuerzas de defensa en la zona de Azovstal continúa” y que las tropas rusas, con el apoyo de su aviación, habían reanudado las operaciones de asalto para hacerse con el control de la planta.
El Día de la Victoria es la principal fiesta patriótica en el calendario ruso y conmemora el triunfo de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi. Pero mientras continúe la resistencia ucraniana en Azovstal, “Las pérdidas rusas seguirán aumentando y frustrando sus planes operativos en el sur del Donbás”, explicó el Ministerio de Defensa de Gran Bretaña el viernes en su reporte diario sobre la guerra.
Según la estimación rusa más reciente, en el laberinto de túneles y búnkeres bajo la vasta planta hay unos 2.000 soldados ucranianos atrincherados. Se cree que también podría haber varios cientos de civiles atrapados.
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