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JAN YUNIS, Franja de Gaza (AP) — Fuerzas israelíes arrojaron panfletos advirtiendo a los palestinos que huyeran de zonas del sur de Gaza, según dijeron residentes el jueves, lo que apuntaba a una posible expansión de las operaciones a zonas abarrotadas por cientos de miles de personas que siguieron órdenes de evacuación previas y se refugiaron en viviendas familiares y refugios gestionados por Naciones Unidas.
Mientras tanto, los soldados seguían registrando el hospital de Shifa, en el norte, en una redada que comenzó el miércoles por la mañana. Mostraron armas que dijeron haber encontrado ocultas en un edificio, pero por el momento no habían presentado pruebas del centro de mando de Hamás que según Israel se ocultaba bajo el complejo. Hamás y el personal del hospital, el más grande del territorio, negaban las acusaciones.
Ampliar la ofensiva hacia el sur —donde Israel ya realiza ataques aéreos diarios— amenazaba con agravar una crisis humanitaria ya grave en el asediado enclave. Unos 1,5 millones de personas se han visto desplazadas dentro de la Franja de Gaza, la mayoría al sur, donde cada vez escasean más la comida, el agua y la electricidad.
No estaba claro a qué otro lugar podrían ir, ya que Egipto se niega a aceptar una entrada masiva en su territorio.
La guerra, que ahora está en su sexta semana, comenzó por un gran ataque de Hamás al sur de Israel el 7 de octubre en el que los milicianos mataron a unas 1.200 personas, la mayoría civiles, y capturaron a unos 240 hombres, mujeres y niños. Israel respondió con semanas de ataques aéreos y una invasión terrestre en el norte de Gaza, con la promesa de expulsar a Hamás del poder y aplastar su capacidad militar.
Más de 11.200 palestinos han muerto, dos tercios de ellos mujeres y niños, según las autoridades palestinas de salud. Otros 2.700 están desaparecidos, y se cree que la mayoría están sepultados bajo los escombros. El conteo oficial no distingue entre civiles y combatientes, e Israel dice que ha matado a miles de milicianos.
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BUENOS AIRES, Argentina (AP) — Batman y el Joker, un hombre disfrazado de león de cuerpo entero y otro cuya cabeza y brazos han sido reemplazados por motosierras. Esto no es un Carnaval ni una Comic-Con, sino más bien el extravagante mitin de campaña del candidato presidencial argentino Javier Milei .
En apenas unos pocos años, el populista de derecha Milei pasó de ser un locutor televisivo que obtuvo altos índices de audiencia con sus arrebatos desenfrenados contra una “casta política” a la que culpaba de los perennes problemas económicos de Argentina, a ser un favorito para la presidencia . Incluso incursionó en el cosplay y se vistió como “General AnCap”, abreviatura de anarcocapitalista, en un evento de 2019.
Así como su candidatura comenzó como un espectáculo hecho para televisión, sus seguidores tomaron el relevo y a menudo han convertido los mítines en oportunidades para mostrar su devoción a su candidato utilizando accesorios que se vuelven virales en las redes sociales.
Poco después de su primera aparición en televisión, el autodenominado libertario se convirtió en un culto entre aquellos atraídos por su estilo sensato. Su atractivo parece residir en su capacidad para canalizar la ira que los argentinos sienten contra la clase dominante en medio de una inflación al rojo vivo de tres dígitos y una pobreza creciente.
Milei, que alguna vez fue visto como un espectáculo secundario en la política argentina, logró aprovechar su éxito como cabeza parlante para conseguir un escaño en la Cámara de Diputados, la cámara baja del Congreso de Argentina, en 2021. Luego lanzó lo que parecía una candidatura presidencial de largo alcance. pero sacudió al establishment político argentino cuando recibió la mayor cantidad de votos en las primarias del país en agosto, una contienda nacional vista como una encuesta masiva de preferencias de los votantes.
Se predijo que Milei tendría ventaja para la votación de octubre, pero terminó segundo, con el 30% de los votos, casi siete puntos por debajo del ministro de Economía, Sergio Massa .
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CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El gobierno de El Salvador comenzó a imponer una tarifa de 1.130 dólares a los viajeros de docenas de países que hacen conexión a través del principal aeropuerto del país, en medio de la presión de Estados Unidos para ayudar a controlar los flujos migratorios hacia su frontera sur.
Desde finales de octubre, los ciudadanos de 57 países, en su mayoría africanos, y de la India han tenido que pagar la tasa, según la autoridad de aviación de El Salvador.
Los funcionarios de aviación no dijeron si la medida tenía como objetivo reducir la migración y describieron la tarifa como una “tarifa de mejora del aeropuerto”, pero el gobierno de El Salvador reconoció un aumento en los viajeros de esos países este año. Además, Estados Unidos ha estado presionando a los países centroamericanos para que limiten los flujos migratorios hacia su frontera con México. Las autoridades estadounidenses dicen que detuvieron a inmigrantes allí más de 2 millones de veces durante el año fiscal que finalizó el 30 de septiembre.
La autoridad aeronáutica de El Salvador dijo que la mayoría de los pasajeros que tienen que pagar la tarifa se dirigen a Nicaragua en la aerolínea comercial Avianca. Debido a sus laxos requisitos de visa, Nicaragua es un punto de tránsito para migrantes de Haití y Cuba, así como de África, que intentan llegar a Estados Unidos.
A principios de este año, por ejemplo, los funcionarios estadounidenses se sorprendieron por un aumento de inmigrantes mauritanos que llegaban a la frontera sur. Ningún desastre natural, golpe de estado o colapso económico repentino podría explicarlo. Más bien, las agencias de viajes y personas influyentes en las redes sociales estaban promoviendo un viaje de varias etapas que llevó a migrantes de la nación de África occidental a Nicaragua.
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JAN YUNIS, Franja de Gaza (AP) — Las fuerzas israelíes asaltaron a primera hora del miércoles el mayor hospital de Gaza, donde cientos de pacientes, entre los que hay recién nacidos, estaban atrapados con cada vez menos suministros y sin electricidad, a medida que el ejército ampliaba su control sobre la Ciudad de Gaza y al norte de la Franja.
El hospital de Shifa se ha convertido en un símbolo del sufrimiento generalizado de los civiles palestinos durante la guerra entre Israel y Hamás, que comenzó luego de que el grupo insurgente mató a unas 1.200 personas y capturó a unos 240 rehenes en un asalto sorpresa sobre el sur de Israel el 7 de octubre.
El hospital está también en el centro de las acusaciones cruzadas sobre quién es el responsable de los miles de muertos y de la destrucción generalizada en el sitiado territorio. Israel acusa a Jamás de usar a los civiles como escudos humanos, mientras que los palestinos y los grupos de derechos dicen que Israel ha puesto en peligro de forma temeraria a la población en su intento de erradicar al grupo insurgente.
Mohammed Zaqout, director de los hospitales de Gaza, dijo que había tanques israelíes dentro del complejo y los que soldados habían entrado en los edificios, incluyendo los departamentos de urgencia y cirugía, que tienen unidades de cuidados intensivos. No estuvo claro si hablaba desde el interior del recinto.
“Las fuerzas de ocupación han asaltado los edificios”, dijo enfadado por teléfono, e indicó que los pacientes, incluyendo los niños, estaban aterrorizados. “Están gritando. Es una situación muy aterradora (...) no podemos hacer nada por los pacientes salvo rezar”.
El ejército israelí indicó que está llevando a cabo una “operación precisa y selectiva contra Hamás en una zona específica del hospital de Shifa” y que los soldados estaban acompañados de equipos médicos y tenían suministros y alimentos para bebés, además de incubadoras y otros materiales.
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DEIR AL-BALAH, Franja de Gaza (AP) — Otras 200.000 personas han huido del norte de la Franja de Gaza desde el 5 de noviembre, dijo la oficina humanitaria de Naciones Unidas el martes, mientras las fuerzas terrestres israelíes combaten a los insurgentes palestinos en torno a hospitales donde los pacientes, los recién nacidos y los médicos están varados sin electricidad y con cada vez menos suministros.
La oficina humanitaria, conocida como la OCHA, indicó que en el norte queda apenas un hospital que pueda recibir pacientes. Los demás ya no pueden operar y la mayoría sirven de refugios a los combates, incluyendo el más grande, el de Shifa, que está rodeado por las tropas israelíes y donde hay 36 bebés en peligro de muerte porque ya no electricidad para las incubadoras.
La guerra, que está en su sexta semana, comenzó tras el ataque sorpresa de Hamás a Israel, en el que los insurgentes masacraron a cientos de civiles y se llevaron a unas de 240 personas a Gaza como rehenes. Durante casi tres semanas, Israel lanzó intensos bombardeos aéreos sobre el sitiado territorio antes de una campaña terrestre con infantería y tanques en el norte. La guerra ha matado a miles de civiles palestinos y sembró una destrucción generalizada en el empobrecido enclave costero.
Israel instó a la población civil a evacuar la Ciudad de Gaza y sus inmediaciones en el norte, pero el sur del territorio no es mucho más seguro. Israel lleva a cabo ataques aéreos frecuentes en todo el enclave contra lo que identifica como objetivos insurgentes, pero a menudo mata a mujeres y niños.
Los refugios gestionados por la ONU en el sur están muy por encima de su capacidad, con una media de un retrete para 160 personas. En total, alrededor de 1,5 millones de palestinos, más de dos tercios de la población de la Franja, han huido de sus hogares.